Hace 14 horas
4 de agosto de 2012
Una vida y un lobo
Hola a todos,
digo "todos" y en realidad no sé si habrá alguien ahí. Al fin y al cabo mi ánimo de escribir no es más que una necesitad personal; sin embargo debo reconocer que una parte de mi ego espera que alguien, aunque sea por error, pase por aquí y se lleve una de mis esdrújulas prendida en la solapa o en el bajo del pantalón, como esas finas hiervas que se aferran a nuestra ropa tras un día de campo.
El Facebook dió paso a Linkedin, mis interminables horas frente al ordenador dieron paso a conversaciones, paseos, planes y sábados de limpieza general. Qué razón tenía Darwin con aquello de la adaptación. Qué extrañas se hacen las adaptaciones a nuestras decisiones vitales. Qué placentera ha sido está permuta de prioridades.
A pesar de saber que hice la mejor elección siempre seguiré acudiendo a este rincón privado para calmar públicamente la sed de letras. Me alegra saber que pase el tiempo que pase, tome las decisiones que tome,... siempre estará este pequeño espacio en blanco para plasmar lo que escribo en mi mente y sueño.
Cuando conduzco al trabajo, escribo en mi mente y sueño, cuando fumo un cigarro viendo desde las alturas mi ciudad, escribo en mi mente y sueño, durante el último segundo antes de caer rendido en la cama, escribo en mi mente y sueño.
Ella está soñando. Ella descansa en la cama, hace demasiado calor como para estar en el salón, la miro apoyado en el quicio de la puerta. Respira profundo y parece estar teniendo un sueño feliz. Al verla me alegra dedicar el tiempo en vivir en vez de soñar que podría vivirlo o soñar que podría escribirlo.
Esperamos un hijo por lo que de nuevo habrá en mi otra transformación, otro cambio de prioridades y otra adaptación. Feliz cambio, imparable adaptación.
Y a pesar de todo, seguir siendo ese lobo que aúlla a la luna, ese desconocido que llena unas cuantas líneas con letras desordenadas es lo que termina de describirme, como equilibrio a las elecciones de vida que me hacen ser quién soy. Somos un todo, no?
He leído los blogs de viejos conocidos y de nuevos desconocidos. Todos..., todos hablan de lo que viven, de lo que anhelan, de lo que sueñan. Ha sido agradable encontrar sentido en vuestras letras, encontrar pasión y desconcierto.
Permitidme seguir viviendo por un tiempo..., un día, un año, una década... para poder volver a contaros. Tengo la seguridad de que volveré y un día será para siempre porque esta droga introspectiva, estas conversaciones multisensoriales y estas letras intraogásmicas son tan necesarias para mí como el aire.
pd: lo de "permitidme seguir viviendo..." era una mera formalidad, siempre seré un lobo que hace lo que quiere.
Besos, abrazos, mordiscos y zarpazos...
7 de enero de 2011
10 de diciembre de 2010
Oncología, espera, sal y pimienta.
Parece mentira pero no hay mal que cien años dure... ni cuerpo que lo resista.
Parece mentira pero no lo es. Parece una pesadilla... pero no lo es. Cuanto puede aguantar un cuerpo sin quebrarse, una mente sin traspasar el límite racional, parece mentira lo que el ser humano puede cargar a sus espaldas mientras camina hacia un fin impepinable.
Hay una estación de penitencia, una sala de espera, un purgatorio que a veces me vuelve loco y otras me parecen un pasillo recargado de fotos de recuerdo que antes vivían escondidos en un cajón. Fotos en blanco y negro como siniestras radiografías.
Hace ya meses que vivo con un nudo en la garganta y un "no se" como respuestas a mis diálogos en solitario. Y el tiempo sigue pasando, me sigue sobrepasando.
Ella es tan débil como cualquier ser humano y yo tan impotente en cosas humanas como cualquier lobo. De hecho, si alguna vez tuve un lado humano, tampoco hubiera sabido poder mirarla a los ojos o escupir las palabras mágicas. Poner mis manos en su vientre y extirpar milagrosamente su mal... de nuevo estoy soñando y esperando.
Ella colecciona estampitas santificadas y rosarios que guarda mimosamente en su bata, que se ha convertido en su uniforme extraoficial. Y vista desde otro cuerpo a veces se esconde y a veces renace sin orden alguno. Es duro verla desde este cristal tan fino que deja traspasar su dolor.
Cuando subo a verla me aliño la sonrisa con un poco de sal y pimienta. A veces esto es suficiente: una hora, un día con suerte. Al día siguiente ella sigue allí desvaneciéndose y yo sigo mi ritual de lágrimas escondidas, de aullidos a la luna, al destino imparable, a la suerte esquiva...
"la muerte es solo la suerte, con una letra cambiada" J. Sabina.
Parece mentira pero no lo es. Parece una pesadilla... pero no lo es. Cuanto puede aguantar un cuerpo sin quebrarse, una mente sin traspasar el límite racional, parece mentira lo que el ser humano puede cargar a sus espaldas mientras camina hacia un fin impepinable.
Hay una estación de penitencia, una sala de espera, un purgatorio que a veces me vuelve loco y otras me parecen un pasillo recargado de fotos de recuerdo que antes vivían escondidos en un cajón. Fotos en blanco y negro como siniestras radiografías.
Hace ya meses que vivo con un nudo en la garganta y un "no se" como respuestas a mis diálogos en solitario. Y el tiempo sigue pasando, me sigue sobrepasando.
Ella es tan débil como cualquier ser humano y yo tan impotente en cosas humanas como cualquier lobo. De hecho, si alguna vez tuve un lado humano, tampoco hubiera sabido poder mirarla a los ojos o escupir las palabras mágicas. Poner mis manos en su vientre y extirpar milagrosamente su mal... de nuevo estoy soñando y esperando.
Ella colecciona estampitas santificadas y rosarios que guarda mimosamente en su bata, que se ha convertido en su uniforme extraoficial. Y vista desde otro cuerpo a veces se esconde y a veces renace sin orden alguno. Es duro verla desde este cristal tan fino que deja traspasar su dolor.
Cuando subo a verla me aliño la sonrisa con un poco de sal y pimienta. A veces esto es suficiente: una hora, un día con suerte. Al día siguiente ella sigue allí desvaneciéndose y yo sigo mi ritual de lágrimas escondidas, de aullidos a la luna, al destino imparable, a la suerte esquiva...
"la muerte es solo la suerte, con una letra cambiada" J. Sabina.
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