20 de febrero de 2009

Eternamente desconocido

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Querida desconocida,

Te dejo esta carta en la recepción del motel con la esperanza de que pases a recoger tu libro, que por cierto me llevo a Madrid. Lo siento, pero es el único recuerdo que me queda de tu emboscada tan bien orquestada y del que tuve el placer de participar con gusto. Me llevo el libro y unos arañazos en la espalda.

El día que nos conocimos en Alfís, simplemente nos miramos. Nos miramos tan intensamente que sentía que te estaba penetrando allí, delante de todos y oía tus gemidos que sobresalían entre los tintineos de las tazas de café, pero solo nos mirábamos.

Al instante tu ya no estabas. Y en tu lugar aquel libro sobre minería que, si te soy sincero, me importaría un carajo si no fuera porque me recuerda al día en que dejaste de ser una desconocida y te convertiste en "la desconocida del libro y la noche en Medellín".

Me alegro de haberle dejado al camarero mi dirección del motel por si volvías.

Parece que fue un fallo en el transformador, me dijo el dueño del motel. Una casualidad que anoche, cuando estabas en mi habitación para recoger el libro,se fuera la luz.

Al poco me estalló a la cara la silueta de tus caderas cuando prendiste el candil, se me incendió el alma cuando intuí una sonrisa y ardió del todo cuando adiviné en tu ojos, tus intenciones.

Esta mañana pasé por Alfís pero no fuiste.

Quier volver a Medellín porque aquí lo apagones de febrero me saben más a Abril.

P.D. Se siempre una desconocida, para poder conocerte todas las noches.

Eternamente desconocido.

L.L.