2 de diciembre de 2008

Una de romanos


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Tan grande era el ojo de tu aguja
que el circo se te llenó de invitados
al conocer que era mas fácil
entrar en tu cama fría
que doblar un denario.

Y no te hablo de romanos
ni de árboles que cobijan
que si yo quiero resguardo
dejo el gladius aquí clavado
y camino sin prisas
como si fuera hacia algún lado.