19 de junio de 2008

Tres (1ª Parte)

Se encontraron de nuevo en aquel antro donde hacía poco se mordían los labios como dos locos a los que se les va la vida. Los dardos seguían clavados en el mismo lugar que hace tres meses, las botellas acumulaban polvo de tres años, ellos se conocían hacía tres días, tres.
El dueño del pub se hacía llamar barman, que era como si un ateo se hiciera llamar Dios. Tenía tatuajes azulados en los brazos, vestía vaqueros rotos y una camiseta de tirantes blanca; barba de tres días y ojeras de una vida entera.
Ambos hombres vestían parecido, el cliente llevaba camiseta negra y sus tatuajes eran algo más discretos, pero era evidente que ella, con sus vestido negro, sus zapatos de tacón y se peinado de peluquería de esa misma tarde, desentonaba del cuadro.
Mientras la pareja cruzaba el local, el barman limpiaba vasos que nunca estuvieron sucios y sin darle la mayor importancia a los primeros clientes que entraban, seguía abrillantando su peculiar vajilla.
Los dos se sentaron en la última mesa, uno frente a otro y custodiando las puertas del WC. El camarero puso los ojos en blanco, dejó sus quehaceres y con los brazos caídos se acercó a ellos.

- Qué desea la pareja? - Dijo, mientras ponía divertidamente pose de camarero estrella Michelin, dejando caer el trapo mugriento sobre su antebrazo.
- Lo más fuerte que tengas - dijo él.
- Um..., Ok, lejía para el caballero. Y para la dama? Aguarrás?
Ella sorprendida miró a su acompañante que sonrió y levantó las cejas y los hombros como gesto de complicidad al camarero. Cuando ella iba a contestar a semejante escena, él se adelantó. - un Legendario con hielo.
- Otro - dijo ella aliviada por el capote.
- Qué sean tres -dijo el barman mientras se dirigía detrás de la barra.

Los cristales tintados del local y la mugre que se acumulaba en ellos no dejaba entrar apenas luz; el local se iluminaba con tres lineas de fluorescentes amarillentos, aún así, estratégicamente no había luz en las esquinas donde se acomodaban los sofás negros, el único aparente toque de distinción del lugar.
Después de servirles las copas se dirigió a ellos con tono irónico - la próxima, si no le importa a sus excelencias se acercan a la barra a pedirla, son 18 euros - Recogió el dinero que ella puso sobre la mesa y se acomodó al otro lado del pub, se apoyó sobre la barra, acercó su copa y les ignoró liándose un porro.

- ¿Y bien? ¿Por qué me traes de nuevo a este cuchitril?...

Lycans Laqueus


1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya con el camarero, le faltó tirarles la colilla en la copa joer...
Pero me ha hecho gracia su ironía. Seguiré leyendo para saber pq la llevo a ese antro.
Saludos desde el Inframundo.